sábado, 1 de enero de 2011

El primero del año

Sin poder evitarlo, el final del año me hace entrar en un estado de enorme melancolía. Es uno de esos momentos que inevitablemente te hace volver la vista atrás, valorando lo que hiciste y lo que no, lo que se va y no volverá, los errores que cometiste, los cambios que se produjeron y rememorando lo que viviste junto a aquella gente que tanto significa para ti aunque ellos no lo sepan. No, es inútil luchar contra esa marea de recuerdos, que como una inundación incontenible arrasa todas las barreras que pretendas oponerle. Lo mejor es dejarte llevar, y cruzar junto a ella la frontera temporal, de imposible retorno.

Pero hablando del paso del tiempo...


Nada hace comprender mejor lo relativo del tiempo como el estar en el lado equivocado de la puerta del servicio de un atestado bar, tras unas cuantas cervezas.

O eso he oído decir, que uno no se deja caer por esos antros oscuros y llenos de perversión…no, no se deja caer, se tira en paracaídas.

Pero incluso dejando de lado el subjetivismo de nuestras sensaciones temporales, lo cierto es que el tiempo no es el mismo para todos. Un amigo mío, de mujer madrileña, celebra por dos veces el cambio de año, la primera al ritmo marcado por el reloj de la puerta del sol, y luego cuando le llega la hora del cruce en Caracas, donde vive.

A veces, cuando escucho todas esas pamplinas mileniaristas sobre Apocalipsis, fines del mundo y demás, que fijan en una fecha concreta del calendario, me pregunto. ¿El Apocalipsis se guiara por la hora de Greenwich, la del Valle de Armagedón o la de Pekín, por eso de empezar por donde mas gente hay? Porque cuando en un lugar estamos a una fecha, en otro aun no llegaron, y en el de mas allá están a punto de dejarla…tal vez seria cosa de hacer como los chinos, que para no complicarse, tienen la misma hora para todo el país…a pesar de que existan cinco horas de diferencia real de un extremo al otro.

De ayer a hoy, un año nos separa. Con 365 días por delante, nos queda mucha vida por disfrutar (o sufrir), muchas cervezas por beber, muchas palabras que decir, muchas que deberíamos decir y no diremos, y muchas que nunca deberíamos pronunciar y que se escaparan.

En realidad no es nada nuevo, seguimos surcando las aguas de la eternidad, hendiendo las olas del tiempo, dejando atrás una estela de recuerdos, la proa hacia el frente, con destino a un lejano horizonte más allá de nuestra vista.

Ya estoy en la mitad de esta carretera ,tantas encrucijadas quedan detrás.
Ya está en el aire girando mi moneda y que sea lo que sea

No os voy a desear feliz año (aunque os lo desee). No le pediré al destino que sea benévolo con vosotros, pues ningún caso me hará. No, simplemente os pido que sonriáis, lloréis, améis, sufráis, que tengáis buenos momentos que compensen los malos que seguro llegaran. Pero sobre todo, y por encima de todo, que viváis, que sintáis que cada uno de los segundos que llegan es nuevo, y todo es posible, mientras exista el futuro.

Posdata: Con esta suman ya 50 las entradas de este blog que empezó casi de casualidad un día de abril, basicamente por la insistencia de mi amiga Ana (para que luego diga que no la escuchó). Que a alguien, aparte de a mi , le pudieran interesar las paranoias que pudieran nacer de mi calenturienta mente es algo que me sorprende, pero...el mundo esta lleno de gente rara, y alguno que otro se deja caer por aquí de tanto en tanto. Y como en los últimos años cada día intento perder un poco de esa verguenza que me mantuvo prisionero durante tanto tiempo, no puedo dejar de pensar que hay algo de terapia en el hecho de publicar mis relatos, de exponerme un poco delante de los demás. Espero no pasar de la timidez al exhibicionismo, pero un poco de narcisismo de vez en cuando tampoco viene mal.

Así que aprovechó el hecho de felicitaros el año para daros las gracias por soportarme (y a Ana como responsable principal), espero que resistáis un poco más.

Y bueno, ya que estamos, os dejo con el que posiblemente sea el relato causante de que la Cabellera de Berenice exista. Porque si, a todos nos gustan en ocasiones los cuentos de Hadas...

2 comentarios:

  1. Que tal Martín? Excelente tu reflexión, también dejé una entrada en mi blog sobre el paso del tiempo. Saludos!

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  2. Anda Fernando, encantado de verte por aca :-)

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