martes, 3 de mayo de 2011

Adios y amor

Una de esas preguntas que hacen correr ríos de tintas, talar bosques enteros y producir un dolor de cabeza continuo en poetas y filósofos (bien merecido lo tienen, por otra parte), es la de “¿Qué es el amor?"

Uno duda de que exista una respuesta única (de hecho la duda se extiende a que tenga respuesta e, incluso, a que deba responderse). Cada persona es un mundo…y ni siquiera en ese mundo la contestación será siempre idéntica.

Para un romántico en la respuesta estarían incluidas grandes dosis de sufrimiento, más suspiros que en el disco de una folklórica y un extremo dolor por lo que nunca podrá alcanzar…o tal vez por lo que tema poder alcanzar.

Para otros, el amor es el recuerdo de unos besos, una mirada en verde o una caricia inesperada.

Pero si lo que queréis es conocer mi respuesta…para mí el amor es un adiós eterno.

Es comenzar diciendo que es hora de irse y prolongar la despedida, beso a beso, durante horas, intentando apartarte de ella, pero volviendo a sus labios como si sin ellos te faltara el aire.

Es que ella te diga adiós con sus palabras y quédate con su lengua.

Es un estirar continuo del reloj, el canto del cisne a todo lo hermoso que hay entre vosotros.

Querrías parar el tiempo, seguir abrazado a ella sin que nada os separara, con su mejilla rozando la tuya, su pecho contra tu pecho, con el calor de vuestra piel abrigando vuestros cuerpos desnudos...

Y a pesar de tus ruegos, todo termina. Y se va, o te vas, pensando en lo injusta que es la vida. Y desde el mismo instante en el que te alejas de su vera, ya comienzas a pensar en el siguiente encuentro.

Y sueñas con que, por una vez, no haya despedida…

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